Volver a la alegría
cierta que guardan algunos recuerdos,
a las
amistades que un día
colgamos con
la ropa al sol
para que se
oreen,
releer el
subrayado de un libro olvidado,
escalar los vínculos,
dejar que se
deslice lo que no alimenta
y sacar la
podredumbre mas allá de nosotros mismos,
expulsándola
del mundo.
Darle lugar
al silencio,
a la mirada
y a los gestos
para
explorar otros dialectos
creando
(creyendo) recreando
formas
sueltas de habitar-nos.
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