Los clavos
de esperanza
dejaron huecos
en el cuerpo
tallando constelaciones.
El silencio
es el sonido invisible,
plastilina moldeable
en monstruo o templo
sujeto a las
voluntades creadoras.
Y los
escondrijos de la piel
acogen
semillas de pasionaria
que enseñan
la constancia,
los signos
de puntuación,
regando
violines.
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