miércoles, 19 de octubre de 2011


Una palabra que se deshace al nombrarla
un recuerdo que hace al mundo más pesado,
más ridículo, más inconcluso, más nada.
Una primavera que florece tan desde adentro
que con los ojos abiertos no se ven las flores.
Algún que otro fantasma tan guardado que para encontrarlo
hay que desenterrarlo, limpiarle  tela arañas
y armar lo que queda de ellos.
Un nombre que se fue con la lluvia y los barcos por el cordón de la vereda
tapando desagües.
Un alma con tanta distancia,
sorprendida y enredada por sombras tuyas
que a veces vuelven a jugar al ahorcado. 






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